Alessandro Michele, el diseñador que ha llevado a Gucci a ser una de las marcas más imitadas y reconocidas del mundo de la moda, muestra a sus asistentes del desfile de Milán todo lo que hay detrás de las pasarelas.
Antes de comenzar y para acceder al desfile, los 800 invitados al evento deben pasar por el backstage, donde se maquilla y peina a todos los modelos, que generalmente suele ser de acceso restringido. Para que todo saliera bien, se había condicionado y organizado el espacio. Mientras los estilistas retocaban a los modelos vestidos con albornoces blancos, Alessandro se paseaba entre ellos asegurándose de que todo saliera según lo previsto.
Tras atravesar el backstage y con todos los invitados ya en sus asientos, daba comienzo el desfile, que llamó la atención por su forma circular. “Quise que tuviese forma circular para simbolizar el ciclo sin fin de la moda. También para representar que todos formamos parte del mismo circo. Es una especie de comunión entre los que están sobre la pasarela y frente a ella, porque aunque no lo compartas todo, perteneces a ese universo” comenta Michele en la rueda de prensa tras acabar el desfile.
La rueda comienza a girar mientras los modelos van añadiendo nuevas prendas a sus looks con ayuda de todo el entramado de estilistas que se encuentran en el centro de la plataforma. Poco a poco se completan los estilismos y aparecen representados algunos de los arquetipos en los que Michele ha insistido a lo largo de sus cinco años en Gucci: la túnica monacal; el vestido de puritana; la pieza lencera con arneses de piel; el abrigo infantil; el uniforme colegial. Las texturas del terciopelo, la seda y la pana se sincronizan en una colección que parece querer condensar y sublimar el legado de sus cinco años al frente de Gucci.
Algo que destaca, más si cabe, a Gucci de otras firmas de moda, es el planteamiento de la estrategia, siempre aderezada y con buena dosis de humor, ironía y provocación. Un ejemplo claro es cuando la firma decidió que las invitaciones a este desfile se harían en forma de notas de voz de WhastApp con la propia voz del diseñador, que gustó por su particularidad, efectividad, y por su sencillez y sostenibilidad.
El éxito de Gucci ha revolucionado la industria del lujo al demostrar que era posible crecer a una velocidad que la mayoría asumía como inviable en el escenario económico actual.
Pero este cambio de ritmo marca también inevitablemente una nueva etapa. Tras su desfile masculino el pasado enero, Michele declaró a The New York Times que estaba preparado para dejar el mundo de la moda. “Quizá un día ya no seré relevante”, reflexionaba. Pero se día aún no ha llegado, y esperemos que tarde en hacerlo.