Louis Vuitton despide la semana de la moda de París en Louvre.
Con la resaca aún de lo deparado en la semana de la moda de parís, una de las más importantes del viejo continente, empezamos a digerir lo allí acontecido. Uno de los desfiles más comentados, sin duda, ha sido el que cerraba la semana del pret a porter que corrió a cargo de Luis Vuitton.
Muchos han sido los comentarios a favor y en contra del desfile que, en un marco como el del Louvre, revestido para la ocasión cual mítico Popidou, no dejó indiferente a nadie. El desconcierto inicial por el colorido, (exagerado para algunos), de las colecciones de la firma francesa, dio paso al estupor de algunos, al comprobar la linea andrógina de las modelos. Corren tiempos extraños y ni la moda está exenta de los remilgos imperantes.
La inspiración pop, que a nadie debería sorprender a estas alturas, primó sin tapujos. Estamos más que acostumbrados a la búsqueda del choque generacional como argumento en todas y cada una de las firmas clásica. Así que no se entiende demasiado algunas de las feroces críticas a las que se ha visto sometida la firma. Si bien es cierto que, en general, la acogida ha sido buena.
Según algún medio, la combinación que la casa del lujo ha creado a partir de cuadros, rayas y estampados animales, unido al potente colorido, han degenerado en puro mal gusto. Los gustos y los colores ya se sabe… En realidad, vivimos tiempos de cambio, mezcla y fusión. La extravagancia corolaria es casi una necesidad física. Pero siempre habrá quien se vea herido en el más subjetivo de los sentidos. Y así ha de ser.
Lo que es seguro es que la indiferencia no es una opción en este mundo de la moda que tanto nos apasiona y Louis Vuitton ha vuelto a dar qué hablar, como solo los grandes consiguen cada vez. Después, cada uno apreciará más o menos las propuestas como no podría ser de otra manera. Desde aquí, nuestra más sincera enhorabuena por esa mix de talento y atrevimiento, marca de la casa.
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